Comenzó como un silbido lejano que iba y venía, tan suave que era casi inaudible; bastante molesto. Luego se intensificó, pausado pero cambiante, que ahora se escuchaba como un susurro que traía y llevaba el viento. El sonido de las aves madrugadoras se diferenciaba claramente, este silbido rozaba el oído y pasaba como un insecto sin claridad alguna.
3:33 am, dicen que las almas perdidas se comunican con los vivos a esta hora por el viento y luego vienen las sombras a danzar en la penumbra o en la oscuridad.
—Milen Sanmiguel (Lia Sanm).
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